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EL SENTIDO DE DIOS.

¿Cómo se le explica a un ciego de nacimiento la diferencia entre un color y otro? Más importante aún, ¿cómo explicar la sensación que uno experimenta al ver una obra maestra, o un hermoso paisaje, el mar en día de tormenta, un paisaje nevado en invierno? Igualmente, es imposible describir la belleza de una cantata de Bach, o una sinfonía de Beethoven a un sordo, o expresar en palabras lo que siente un niño al escuchar la canción de cuna de su madre. Para apreciar el arte o la naturaleza, se precisa el sentido de la vista. Para entender la belleza de la música hay que ser capaz de escucharla con el sentido del oído. ¿Cuál sentido tenemos que nos permita sentir a Dios? Si todas las cosas que mencioné recién son imposibles de describir, ¿cuánto más imposible será expresar la naturaleza, las cualidades o las intenciones de Dios? No tenemos el lenguaje capaz de expresar lo inefable. No tenemos ese sentido que nos abra el camino para comprender lo divino. Es por eso que los mí

Tratar de describir a Dios

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Algunos pensadores opinan que una persona racional, cuya visión del mundo está basada en hechos científicos, no puede aceptar la existencia de un ser superior, omnipotente, omnisapiente, conocido con el nombre de Dios. Primero, la naturaleza de Dios no puede ser descrita ni imaginada por la mente humana. Para dar un ejemplo, no somos capaces de concebir el infinito. Piensa un momento en el espacio que se extiende, se extiende y se sigue extendiendo, ¿hasta donde? ¿Qué hay más allá, donde termina? Lo mismo sucede con el tiempo. ¿Podemos acaso concebir el fin del pasado, o el límite del futuro? Dios no está limitado por estos conceptos, está más allá de toda definición (de-finir es poner un fin, delimitar) y por lo tanto no le podemos asignar propiedades o cualidades que conocemos en nuestro mundo material, cualidades como sabiduría, fuerza, compasión, justicia, etc. El nombre mismo, Dios, es simplemente una metáfora para designar algo que es fundamentalmente incomprensible. En la Biblia

OTRA REFLEXIÓN SOBRE LA REALIDAD DEL MAL.

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El punto que hay que tener presente es que el mal es necesario. Para entender la necesidad del mal debemos considerar la dicotomía de libre albedrío contra determinismo. En un mundo determinista todo está predeterminado. Del momento en que nace el hombre, su vida ya está establecida. Más tarde me ocuparé de esta creencia en más detalle, cuando hable de la astrología. Pero en un mundo así no puede haber ni bien ni mal, ni virtudes ni vicios, porque si todo está predeterminado en mi vida, yo no puedo actuar de otra manera, así que no soy culpable si actúo mal, ni tengo mérito alguno por actuar bien. El hombre se convierte en una especie de robot, un pequeño engranaje en el inmenso mecanismo del universo, obligado a actuar según las instrucciones de las fuerzas que actúan sobre él, llamémoslas destino o lo que sea. Sin embargo, ¿es razonable pensar que Dios crearía el universo como un juguete mecánico, dándole cuerda y echándolo a andar? ¿Estaría esto de acuerd

El argumento por Dios

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Sin embargo, a pesar de todo lo escrito en la sección anterior, no podemos ignorar la experiencia del bien, tanto humano como ultra-humano. Intencionalmente me abstengo de usar el término divino, pero es una experiencia general que el bien es expansivo, aumenta, multiplica, mientras que el mal disminuye, contrae, deforma la humanidad de una persona. Esta es la reacción diaria a las circunstancias de la vida, y no es necesario apelar a ninguna fuerza sobrehumana para sentirla. Si el hombre es capaz de sentir amor, el afecto verdadero, profundo que siente hacia su cónyuge, hacia sus hijos, ¿no es acaso razonable pensar que el creador del universo, el que estableció "las reglas del juego" (las leyes de la naturaleza) del mundo, las que condujeron al desarrollo de la especie humana, y que permiten al hombre sentir ese amor, también entiende, si no comparte, tales sentimientos? Este es el meollo del problema, pues si negamos la existencia de Dios, la experiencia diaria